El magnesio es un mineral básico para el funcionamiento del organismo ya que ‘baña’ las células manteniendo el correcto funcionamiento metabólico. Constituye una ayuda importante en algunas dolencias:Artrosis y degeneraciones óseas.
Puesto que este mineral actúa en sinergia con el calcio, su toma regular fija el calcio en los huesos mientras que, a su vez, permite excretar el exceso cálcico que en los artrósicos que consumen suplementos provoca calcificaciones.
Estrés. El magnesio actúa como un relajante del sistema nervioso pues cuando los niveles en sangre de este mineral se encuentran bajos, el cuerpo libera una serie de hormonas relacionadas con el estrés y la ansiedad.
Fatiga crónica. La carencia de magnesio en las células perturba la relajación del músculo y acaba por ocasionar el SFC (síndrome de fatiga crónica).
Síndrome premenstrual. Los calambres musculares, migrañas, retención de líquidos… responden bien a la toma de magnesio durante la semana anterior a la aparición del período menstrual.
Ataques cardiacos. El magnesio puede rebajar los niveles de tensión arterial hasta márgenes seguros. De igual forma este mineral ayuda a minimizar los daños causados por un infarto y a recuperar los tejidos deteriorados.
Cómo tomarlo
Se puede encontrar como comprimidos de carbonato de magnesio (ésta presentación rebaja los niveles de acidez gástricos, pero es la más proclive a provocar desarreglos intestinales). Para las personas sin problemas estomacales el mejor es el aspartato de magnesio de fácil absorción, o también las cápsulas de cloruro de magnesio.
La dosis media curativa de magnesio es de 500 mg diarios, aunque las cantidades varían según la presentación.
No obstante, algunos alimentos son ricos en este mineral: la soja (250 mg/ 100 g), los garrofones (200 mg/ 100 g), los garbanzos, las judías blancas, el plátano, la papaya, las espinacas, las mazorcas de maíz, la avena, el arroz integral y el pan integral .
