Uso médico del cannabis

La marihuana (cannabis sativa) tiene propiedades terapéuticas. Viene recogida en los más prestigiosos tratados galénicos de todas las culturas y épocas. Ha formado parte de pócimas chamánicas, extractos ayurvédicos, brebajes medicinales de cortes europeas y huertos de abadías medievales, llegando incluso a estar comercializada en las modernas farmacias de principios del pasado siglo.

Sin embargo, el cannabis fue reclasificado como peligroso, parece ser más por motivos políticos que sanitarios, y prohibido su uso lúdico. Al médico prescriptor se le exigían complicados formularios que rellenar y poco a poco abandonó su uso terapéutico en favor de los modernos opiáceos parenterales de síntesis, hasta su sorprendente olvido del arsenal terapéutico.

Mecanismo de acción
En los años sesenta el profesor Raphael Mechoulam aislaba las moléculas causantes de sus efectos psíquicos y farmacológicos, los cannabinoides, y al identificar los lugares donde ejercían su acción descubrió un novedoso sistema de neurotransmisión formado por agonistas (verdadera marihuana endógena), receptores, antagonistas, enzimas degradadoras y sintetizadoras. Dicho neurotransmisor está presente en la mayoría de las funciones fisiológicas controlando su funcionamiento y protegiéndolo en caso de agresión. Su descubrimiento abría todo un abanico de posibilidades.

En la actualidad la investigación en el campo de los cannabinoides está en auge, ocupando España un lugar destacado. Muchos países tienen programas de marihuana terapéutica por las que el propio Estado se la suministra al paciente, o en su defecto le permite el autocultivo o su compra en dispensarios especializados. Las autoridades sanitarias españolas reconocen las propiedades del cannabis para algunas enfermedades (3) y señalan que el cultivo para el autoabastecimiento no es delito (4). Además, el enfermo puede recurrir a alguna de las numerosas asociaciones de cultivadores de nuestro país que suelen donar cannabis a quien lo necesite (5).

Indicaciones terapéuticas
Hay mucha diferencia sobre el conocimiento del uso médico del cannabis y los cannabinoides en las distintas patologías; para unas hay gran evidencia de su beneficio avalado por numerosos estudios y para otras hay menos y solo se cuenta con datos anecdóticos y de laboratorio. Las dos indicaciones más documentadas son como antiemético y para estimular el apetito. Se ha estudiado especialmente en los vómitos de la quimioterapia, pero también en hepatitis, sida y en hiperémesis dravídica; su efecto estimulante sobre la ingesta calórica se ha estudiado en el Alzheimer, cáncer y sida. Como antiespástico se ha usado en los espasmos dolorosos de la esclerosis múltiple y en lesiones neurológicas como la espinal y el ictus. Controla los síntomas de enfermedades del movimiento, hay informes en el síndrome de Tourette’s, la distonía, la disquinesia tardía provocada por agentes antiparkinsonianos, y en la esclerosis múltiple se ha observado reducción de la ataxia y los temblores. Es analgésico, para distintos tipos de dolor neurológico, como esclerosis múltiple, neuralgias como la postherpética y miembro fantasma, en infección por VIH, artritis reumatoidea, cáncer, dolor de cabeza, dismenorrea, fibromialgia e inflamación crónica intestinal. En el glaucoma disminuye la presión intraocular, mejora la circulación de la retina y protege al nervio óptico. Aunque puede precipitar convulsiones, los estudios han evidenciado que algunos cannabinoides tienen efecto antiepiléptico y que la actividad anticonvulsionante de los antiepilépticos se potencia con el cannabis. Sobre el asma y el EPOC tiene un triple efecto favorable al ser broncodilatador, antiinflamatorio e inmunomodulador. Como antiinflamatorio, inmunomodulador y analgésico se usa para enfermedades autoinmunes como colitis ulcerosa, artritis reumatoidea, lupus, psoriasis y alergias varias; algunos pacientes manifiestan necesitar menos esteroides y otros antiinflamatorios. En enfermedades y síntomas psíquicos como en depresión reactiva, estrés post-traumático, trastornos del sueño, ansiedad, enfermedad bipolar, fibromialgia, distimia… Para el síndrome de abstinencia causado por la dependencia a benzodiacepinas, opiáceos y alcohol. En otras situaciones médicas de difícil clasificación: pruritos, hipo, síndrome de déficit de atención, hipertensión arterial, tinnitus, síndrome de fatiga crónica, síndrome de las piernas inquietas. En enfermedades con síntomas múltiples como situaciones dolorosas de origen inflamatorio (artritis) o acompañadas de espasmos musculares (menstruales o medulares) o en enfermedades en las que coinciden nauseas y anorexia con dolor, ansiedad y depresión (fibromialgia, sida, cáncer, hepatitis, enfermo terminal). Además de ser sintomático en oncología, posee propiedades anticancerosas por un triple mecanismo de apoptosis, disminución de la angiogénesis tumoral y de la capacidad de generación de metástasis. Y hay quien postula que en la etiología de enfermedades de difícil tratamiento como la migraña, la fibromialgia o el síndrome del intestino irritado podría estar una alteración del sistema de neurotransmisión cannabinoide, agrupándolas en las denominadas enfermedades por déficit clínico de endocannabinoides. También actuaría sobre su etiología en determinadas enfermedades neurodegenerativas retrasando su curso evolutivo, como el Alzheimer o la esclerosis múltiple.

Efectos secundarios
El consumo de cannabis es muy seguro. Puede provocar sequedad de boca, alteración en los movimientos, relajación muscular, verborrea, taquicardia, hipotensión ortostática y lipotimia, nauseas y dolores de cabeza. Sin embargo, el mayor problema que representa la marihuana es su efecto psicoactivo; suele provocar sedación, euforia, disforia, afectación de la memoria, alteración de la percepción del tiempo; y en caso de sobredosis episodios de pánico y paranoia, con miedo a morir, sensación de pérdida de control, depresión y alucinaciones. Son efectos que dependen de la dosis consumida, por lo que se debe comenzar administrando cantidades bajas e ir incrementándolas lentamente hasta conseguir el efecto terapéutico sin que aparezcan estos efectos indeseados.
En caso de gestación, lactancia y adolescencia, problemas de ritmo cardiaco (el cannabis puede provocar taquiarritmia) o antecedentes psíquicos, un médico debería valorar el beneficio esperado con el riesgo asumido.

Dosificación y formas de uso
Dosis y vía de administración van ligados. El cannabis puede ser consumido vía digestiva en infusión de leche o en repostería, pero una vez absorbidos los principios activos pasan por el hígado antes de llegar a su lugar de acción lo que hace que su efecto sea más imprevisible, variable, tardío, duradero, y mayores los riesgos de sobredosis. Tanto el consumidor lúdico como el paciente se decantan por inhalarlo, vía de administración que evita dicho paso hepático, para obtener un efecto inmediato y controlable. Calada tras calada, y en función del beneficio que va obteniendo, el propio enfermo establece la cantidad y el momento de consumirlo minimizando los efectos secundarios. Para disminuir el riesgo de fumar y las partículas dañinas originadas con la combustión de la planta, se puede recurrir a los vaporizadores, artilugios que calientan el cannabis hasta que los cannabinoides son evaporados para su inhalación sin llegar a temperaturas que provocan la combustión de la hoja.
España ha autorizado la comercialización del Sativex®, extracto en forma de aerosol de la totalidad de la planta que se absorbe por la mucosa de la boca, vía que, como la inhalada, evita el paso hepático. Será distribuido a nivel mundial por las importantes Almirall, Bayer y Novartis, lo que da idea de las expectativas puestas en el fármaco. Por ahora solo está permitido en la esclerosis múltiple a la espera que concluyan los estudios que se realizan para otras enfermedades.

Dr. Ricardo Navarrete
Médico especialista en Medicina
Familiar y Comunitaria
Miembro fundador de la Asociación Internacional para los Medicamentos Cannabinoides(1) y de la Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides(2)
 Artículos, Fibromialgia, Síndrome de Fatiga Crónica       

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